EDITORIAL
Hemos llegado a fin de año con un balance más que positivo. Y este es el resultado de su reconocimiento a nuestro esfuerzo y entusiasmo. Haremos un receso en el mes de enero para comenzar en febrero con un 2010 a toda máquina. La aceptación y reconocimiento de lectores y anunciantes nos obliga a redoblar la apuesta en la calidad de nuestro producto.
Les deseamos un final de año en familia y pleno de felicidad y nuestro augurio de un próspero 2010.
Felices vacaciones! Nos reencontramos el próximo año!
Toda la familia de Revista El Observador!!!

Me gusta mucho el tango. Me apasiona su música y me conmueven la mayoría de sus letras. Pero no sé bailarlo. Y a estas alturas, ní. Y disfruto mucho verlo bailar. Por eso, una noche fuí a Tsunami Tango con el patriótico objetivo de tomarme unos fernés y, de paso, mirar a los bailarines. Entonces, entusiasmado, empecé a escribir en una servilleta estos versos. Aquí van:

Bailan
los bailarines,
¿qué otra cosa
podrían hacer
estas felices marionetas
que la vida mueve
con sus piolines?

Bailan
sobre la pista,
¿dónde si no
él puede ser Travolta?
y ella Olivia,
¡diminutos, enormes, fantasmales
siempre artistas!

Bailan
que yo los mire,
¿quién como yo
con tanta envidia,
con tantas ganas
de robar sus zapatos
cuando la noche expire?

Bailan
de madrugada,
¿cuándo si no
pueden bañarse
de sudor y de luna,
de miradas de amor
acompasadas?

Yo no bailo
señor,
será por eso
que quisiera saber,
mover mi corazón
junto a la orquesta,
y la música azul
talándome los huesos.

Pero la editora quiere que hable de la historia del tango. Yo creo que de un siglo a esta parte se escribieron y compusieron muchos tangos hermosos. Pero -y es una opinión personal- creo que las décadas del 40 y del 50 fueron insuperables por la cantidad y calidad de poetas y músicos que prestigiaron al tango con sus creaciones. Para que vayan teniendo, aquí les tiro con algunos títulos de los 40 que hoy, sesenta años después, siguen estando en los repertorios de todas las orquestas y los mejores cantores. Anoten:
Como dos extraños(1940), Barrio de Tango (1941), Los mareados (1942-1950), Gricel (1943), Malena (1942), Garúa (1943), Percal (1943), Trenzas (1944), Margo (1946), El Choclo (1946), Cafetín de Buenos Aires (1948) y Sur (1948), etc., etc.

Hasta la próxima.

Osvaldo Pedrocca

P.D.: Si usted lector, quiere opinar, refutar o agregar algo, escriba o llámenos.

Fernando Silva dirige el hospital de niños en Managua.
En vísperas de Navidad, se quedó trabajando hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes, y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió marcharse. En su casa lo esperaban para festejar.
Hizo una última recorrida por las salas, viendo si todo queda en orden, y en eso estaba cuando sintió que unos pasos lo seguían. Unos pasos de algodón; se volvió y descubrió que uno de los enfermitos le andaba atrás. En la penumbra lo reconoció. Era un niño que estaba solo. Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpas o quizá pedían permiso.
Fernando se acercó y el niño lo rozó con la mano:
-Decile a… -susurró el niño-
Decile a alguien, que yo estoy aquí.

NOCHEBUENA, Eduardo Galeano.