EDITORIAL
Seguimos creciendo.
Subimos el número de ejemplares a 5000
y le agregamos la guía rápida con el almanaque 2010
para que el próximo año sigamos conectados.
Queremos agradecerles a anunciantes y lectores por confiar en nosotros.
Ambos le dan forma a nuestro proyecto y nos alientan a seguir trabajando en busca de calidad y calidez para esta revista que hacemos con mucho placer y entusiasmo.

Hasta la próxima!

EL Observatorio de Córdoba

Que la lunita cordobesa –esa que en Alberdi era musa alumbradora de serenatas con “guardapolvo de fino doctor”–, sea popularmente reconocida es mérito indiscutible del cancionero folklórico urbano; pero que esa misma luna haya sido, desde el Observatorio Astronómico de Córdoba, la primera en fotografiarse por estas tierras del sur, marcando un hito mundial en la astrofotografía, es una historia injustamente desconocida (sólo atesorada con regocijo por iniciados) tan llena de avatares singulares que, más que apropiado en esta efeméride, merece ser contada.

“No sólo haber obtenido en 1875 imágenes de la Luna de calidad óptima fue un logro internacional enorme –explica el ingeniero Santiago Paolantonio, investigador del tema junto a Edgardo Minniti– sino que esas imágenes fueron representando a la República Argentina en la Feria Mundial de Filadelfia en 1876, que conmemoraba el centenario de los Estados Unidos. ¡Y fueron premiadas! Eso le dio un posicionamiento excepcional a nuestro observatorio cordobés”. Nacido de la necesidad de explorar el cielo austral, fue fundado el 24 de Octubre de 1871, gracias a la visión del Presidente de la Nación, Domingo Faustino Sarmiento, quien trajo al eminente astrónomo estadounidense Benjamín A. Gould, como primer director, prestándole todo su apoyo.
Este Observatorio, que hoy pertenece a la Universidad Nacional de Córdoba es el decano de los institutos científicos argentinos, y uno de los primeros del mundo en estudiar el cielo austral.
Su programa inicial fue catalogar estrellas del hemisferio sur, determinando sus magnitudes y posiciones exactas, lo que le valió un lugar de privilegio en el mundo científico por la precisión de sus mediciones y la inmensa cantidad de estrellas estudiadas, cuyos registros sobrepasan el millón.

Documentos escritos y fotografías, telescopios fijos y portátiles del siglo XIX en adelante, revistas científicas antiguas, maquinas de calcular y cronómetros son sólo algunos de los tantos objetos que, además de sus estructuras edilicias, componen el patrimonio del museo del Observatorio Astronómico Nacional de Córdoba, de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Objetos que reflejan parte de la historia de la astronomía y de la ciencia en general de la Argentina.

Fue desde Córdoba que se mapeo por primera vez el cielo del Hemisferio Sur. Eso fue posible gracias al trabajo de astrónomos que empleaban telescopios instalados en el Observatorio Astronómico Nacional de Córdoba, creado el 24 de octubre de 1871 por el presidente Sarmiento, es decir, tiene 138 años de vida, pero su museo sólo seis.El nacimiento del museo

La creación del museo significó dirigir la mirada no solo hacia el cielo sino hacia el mismo observatorio. “Nos propusimos estudiar la historia del observatorio, bajo la forma de una introspección institucional. La idea es construir un marco contextual, que permita a su vez reinterpretar la historia del Observatorio en clave social y nacional, desarrollando nuevos efectos de sentido”, destacó Goldes. Y agregó: “Para lograr que esos efectos afloren, esa mirada debe trabajar sobre los silencios de la historia oficial, sobre sus rupturas, aproximándose quizás a una suerte de ‘psicoanálisis institucional’”.

El motivo de esta página es hablar de tango. Que nació en los arrabales porteños hace ya más de cien años. Que conquisto Francia y Japón, y luego el mundo entero. Pero el tango tiene también su historia en Córdoba. De todo eso quiero hablar, o mejor dicho, escribir. Pero el tiempo es tirano, el espacio y la editora también. Por eso, voy, vamos, a ir matizando en los próximos números para que la lectura de estas líneas no resulte aburrida. Dicen los memoriosos que el primer tango cantado profesionalmente fué La Morocha:
Yo soy la morocha,
La más agraciada,
La más renombrada
De esta población.
Soy la que al paisano
Muy de madrugada
Brinda un cimarrón.
¿Se acuerda? Este tango, de Villoldo y Saborido, lo cantaba la cupletista uruguaya Lola Candales, en el bar Ronchetti, en diciembre de 1905. Pero antes aún, en 1903, se conocía El Porteñito:
Soy hijo de Buenos Aires,
Por apodo “el porteñito”,
El criollo mas compadrito
Que en esta tierra nació.
Cuando un tango en la vigüela
Rasguea algún compañero
No hay nadie en el mundo entero
Que baile mejor que yo.
La música y letra de este tango es de Angel Villoldo. Aunque algunos le adjudican esta última a Alfredo Gobbi (padre).
Ahora, aterricemos en Córdoba, que tiene una larga y hermosa tradición tanguera. De Córdoba surgió y triunfo Elvino Vardaro, celebre músico de Astor Piazzola, Abel Córdoba, por muchos años cantor insignia de Osvaldo Pugliese, y otros que dejamos para otra nota. Porque no quiero terminar sin referirme al inusitado auge que el tango esta teniendo en Córdoba en los últimos tiempos. Proliferan las academias donde se enseña a bailar, y hay negocios especializados en ropa y calzado para bailar y varios lugares para despuntar el vicio. No salgo mucho de noche (salgo de madrugada) pero acepté una invitación de mi amiga Julieta Guibaudo para escucharla cantar en Tsunami Tango. Y lo que ví y escuché fué maravilloso. Porque Julieta – como Malena – “canta como ninguna” y además quede sorprendido por la pasión de muchos bailarines, muchos jóvenes y otros no tanto que dejaron el alma en la pista. Para Julieta, mi amiga, una de las mejores voces femeninas del tango, le escribí estos versos.
Ver: “Tango” pag. 55, de Cordobeseña.
Hasta la próxima.
Osvaldo Pedrocca

El escritor de acá a la vuelta
Amor mío
Señora de mis sueños ya cumplidos.
Ejemplo con el cual en los albores de mi vida soñé…
Inmensamente te quiero.
Hoy cuento con la complicidad
de las estrellas, del perfume de las flores, del gorjeo de los pájaros,
del arrullo de los ríos, por lo que esa enorme turbina,
que es tu corazón, a cada instante genera.
Genera paz, amor, comprensión, ternura, benevolencia,
es la mano que tú extiendes a cada paso que doy.
Siento que cuento contigo, en cada instante de mi vida,
y te quiero de una forma sin igual.
Cada acto de tu vida es único.
El amor de madre que percibe cada uno de tus hijos,
el amor que me prodigas, la comprensión que nace
de lo mas profundo de tu ser, te hace invalorable…
Eres el blanco palo de un ciego que evita mis tropiezos,
el alba que anuncia un nuevo día.
Eres el atardecer que tomándome la manos me dice,
demos gracias a Dios, por habernos regalado otro amanece juntos.
Sí amor, eternamente gracias, por lo hermosos que significa
sentirse querido y amado por ti.
Llegaste a mi vida como un hilo de agua fresca,
te transformaste en arrollo, luego en río de agua dulce,
tomando mi corazón todo.
La dulzura de tus ojos es la hebra conductora que,
atravesando el corazón, me traslada a tu alma.
Eres la paloma que con su cantar mece mis sueños,
el cardenal que alegra mis mañanas, el manantial
que suaviza mi garganta.
Con tu amor y con el mío derrotamos el silencio,
con tu amor y con el mío al mismo mundo vencimos.
Representas la bocanada de aire fresco, que llegó a mi ser
hace 50 años, y anidándose en mi corazón, reinará en él toda la vida.

Con todo mi amor a mi esposa Aurora Amedei

OSVALDO RAUL VERA MAZA